La historia en cuestión, cuenta que un día un hombre se desploma en la calle; cuando lo auxilian, y explicando la causa de ese desvanecimiento, el hombre dijo que no comía desde hacía varios días. Como le descubren mucho dinero encima, le preguntan porqué no se compró comida. Por toda respuesta, el hombre dijo que esa plata no se tocaba porque era sagrada; era plata del sindicato.
El hombre era un anarquista y esto pasó en la época, en la que en el país había ideales e idealistas. Gracias a ellos el país tenía un lugar en el mundo, y se lo respetaba (adentro y afuera).
La Argentina tuvo la suerte de recibir, en 1880, una oleada de inmigrantes que trajeron sus ideales y su honorabilidad. Así se formó una generación de argentinos "bien nacidos", y juntos formaron un país fuerte y honrado, a pesar de la corruptela que ya entonces existía en sus mandatarios (y venía de larga data). La diferencia la daban justamente los ideales de esa clase media honrada y trabajadora, que peleaba por darle un futuro mejor a sus hijos, porque venían de un continente dolido por las guerras y el hambre, y valoraban lo que Argentina les brindaba: buena tierra y futuro.
Pasaron muchas generaciones que fueron olvidando el "sabor" del esfuerzo personal, y aprendieron el gustito de lo "gratis", aunque sea ajeno.
Muchos venimos "de los barcos", como dice la canción, y tenemos memoria de las enseñanzas de nuestros mayores y de ese orgullo por los frutos del esfuerzo personal. Eso me da la pauta que no todo está perdido en este (todavía) bendito país. Esperemos que nos dejen algo para poder refundar el país de nuestros abuelos.
foto: Dr. ARTURO UMBERTO ILLIA - médico y político argentino que ejerció la presidencia desde el 12 de octubre de 1963 hasta el 28 de junio de 1966 en que fue derrocado por un golpe militar vergonzoso. Fue ejemplo de honra, dignidad, decencia e incorruptibilidad; sus últimos años de vida los vivió en Cruz del Eje, provincia de Córdoba, en una casa que fue su único patrimonio, la cual le fue donada por el pueblo de dicha ciudad cordobesa. Hasta sus últimos días ejerció la medicina gratuitamente y hasta pagaba de su propio bolsillo los remedios de los pacientes pobres. Fue el único presidente que rechazó la jubilación de privilegio. Lo elegí como muestra del ideal que quiero revivir en este país.